Quién sabe qué se trae Banksy, el héroe por excelencia del grafiti internacional, entre manos. En el curso de una semana aparecieron varios murales de Banksy, una verdadera sorpresa porque el artista suele publicar obras una por una y no en la sucesión de los días recientes.
Tomando las calles con sus esténciles políticamente cargados, hoy en día cualquier obra de Banksy forma parte de la conversación del mundo del arte contemporáneo. Sigue siendo disruptivo a pesar de ya ser muy mainstream. Su “voz” es satírica, burlona y también conmovedora, llena de humor negro y una onda muy inocente, casi infantil. Cuando Banksy habla, el mundo escucha y desde luego, mira.
Banksy, el artista anónimo más famoso, anda desatado. En el transcurso de una semana ha pintado no uno, no tres, no cinco, sino ¡siete! nuevos murales en Londres, su escenario favorito. En cuanto aparecieron en la madrugada, la gente empezó a hacer fila para tomarse la selfie, algunos artistas callejeros tomaron nota para quizá dejar su marca saboteando con bombitas y tags, pero de inmediato las obras fueron vigiladas por la policía. Oh ironía, el arte urbano, tan vandálico, tan desafiante, ahora es vigilado por las autoridades.
Seguro ya lo sabes, en sus últimas piezas descubiertas en la primera semana de agosto, Banksy se ha decantado por un patrón: animales. El primero en aparecer fue una cabra manteniendo el equilibrio sobre el pilar de carga de una pared, justo donde la mira una cámara de seguridad, como si el animal se mantuviera evitando ser atrapado. En la producción de esta pieza hubo un detalle divertido: casi se revela la identidad de Banksy pues la propia cámara de seguridad lo captó pintando en la madrugada.
Los otros seis murales continúan el tema animalista: unos monos cuelgan de un puente del metro londinense, su colas como timones que los mantienen colgando del puente. Antes de los monos, hicieron su aparición en una fachada unos elefantes saludándose de una ventana a otra. Después en sucesión surgieron más murales con animales: un lobo en actitud de aullar a la luna, un pelícano devorando un pescado (justamente arriba de una local de fish and chips), un gato estirándose como si despertara de una siesta.
De manera muy divertida, la sexta pieza fue un conjunto de peces nadando dentro de una de esas cabinas para lo policía que abundan en la capital de Inglaterra (si eres fan de Doctor Who ya sabes cuáles). La última obra es otro chiste: un rinoceronte se aparea con un auto estacionado.
Cada una de las obras está siendo vigilada y las que se pueden mover (el gato y el lobo) se han recogido porque ahora cualquier obra de Banksy cuesta miles de dólares y hay que cuidarlas como si fueran un Rembrandt perdido y recuperado en las calles londinenses.
La obra de Banksy tiene un significado tan elusivo como el propio artista, pero tampoco es tan difícil de interpretar. En su cuenta de Instagram, la vía por la que el artista reclama la autoría de los murales—si aparece en el IG de Banksy, @banksy, se sabe que la obra es auténtica—, a veces hay alguna descripción o comentario. En el caso de estos siete nuevos murales se mantiene el silencio. Están abiertos a interpretaciones varias.
Banksy no da paso sin el proverbial huarache. Se ha especulado que quieren decir estos nuevos murales. La BBC y el diario inglés The Guardian han aventurado teorías: se trata de chistes, un humor sencillo que busca curar al mundo en una época de incertidumbre y desesperación. A veces, como diría Freud, un cigarro es simplemente un cigarro y no hay que buscarle más vueltas al arte. Banksy sólo quiere hacernos reír. Los dioses lo bendigan. Gracias, Banksy.
