Hay pocas cosas más ansiosas que un veinteañero enamorado y sin rumbo en la vida. ¿Cómo es el amor correcto en esta era de la ansiedad? Puede que Billie Eilish tenga una respuesta y esa respuesta es Hit Me Hard and Soft, su tercer esfuerzo de estudio.
¿Esfuerzo? Tal parece que, con su aliado y hermano mayor Finneas, Billie crea pop fácilmente. Eso es el buen pop, ese al que puedes entregarte como si nadie te estuviera juzgando. Esa suspensión del juicio, sin embargo, no forma parte del pop de hoy en día: sí, bailemos, que el mundo se está acabando. Estamos bien estresados y la situación es peor para la generación que apenas llega a la adolescencia y para los de veintitantos (la camada de Eilish) que son supuestamente los herederos del mundo. Esfuerzo, sí.
Hit Me Hard and Soft: qué pieza de exploración de la salud mental de una generación que creció en una pandemia y vive la vida al ritmo de tiktok. Es difícil relacionarse, no hay intimidad, todo mundo tiene miedo. Pero los fans de Billie la miran como quien sigue a un profeta, alguien que revele un poco del camino para salir de la caverna. El ciego cuando guía a otro ciego no lo lleva por los caminos más seguros, pero sí por los más emocionantes. Si te vas a desbarrancar, al menos que sea con Billie Eilish.
Desde el deseo juguetón (“Lunch”) a la desazón del primer amor cuando es frustrado aunque parezca perfecto (“Skinny”), del miedo a la decepción (“The Greatest”) a ese lamento sobre el origen que es “Blue”, Billie está tratando de descifrarse de una manera muy pública. Sobre todo en “Skinny”, track 1 del álbum, el mensaje es claro: “¿Será que estoy cumpliendo las expectativas? ¿Soy más feliz porque soy más flaca? ¿Enamorarse es tan glorioso? No sé, no sé, por favor, no esperen mucho de mí”. Imposible no sentir un hormigueo por toda la espalda escuchando un álbum que empieza así.
Y no es que el ansia y los growing pains dejen de doler. ¿No debería sufrirse menos una vez que se deja de ser adolescente, no era esa la promesa? Uy, amiga, la obra apenas está empezando y mientras más la ves, más raro es todo, menos sentido le encuentras a la trama. Billie le canta a esos que le perdimos el hilo a la historia.
En “Chihiro”, por ejemplo, Billie dedica un poema oscuro a alguien (¿un amor?) que no se atreve a abrirse de capa. Podría ser un monólogo dedicado a sí misma. Billie ha manifestado en varias ocasiones lo importante que ha sido El viaje de Chihiro en formación emocional y creativa, la canción es una especie de revisita al imaginario extraño y dificultoso de la cinta de Miyazaki. La canción es rara y triste. Como triste es no entender nada. No busquen respuestas en Hit Me.
Nuestra canción favorita del álbum es “Lunch”, la canción con la que Billie se acomoda y nos cuenta de sus romances lésbicos. “It’s a craving, not a crush”. Es divertida, un single perfecto (¿lo es? ¿Nos prepara para la gran tensión del disco? Hmmm, muchas preguntas en esta reseña, pero es que, volvemos arriba, “Lunch” es una gran pieza pop), una declaración de alguien sin temor.
Pero el gran showstopper del álbum es “The Diner”, que también es la canción más oscura de todo el tracklist. Billie canta desde el punto de vista de un stalker que la persigue, acosa, la adora hasta el terror: “Me aprendí tu número”, nada puede detener al fan from hell. La canción termina con una voz ominosa recitando un número telefónico. Grande, Billie.
Hit Me Hard and Soft va a arrasar en lo que a premios se refiere, no lo dudamos. ¿Tiene potencial para summer hit? Sí, también, pero para fortuna de los fans esta producción tiene la mirada fija en la historia. Billie Eilish, gracias por darnos tu ansiedad, queremos más y más… y ya me aprendí tú número.
