Ya estamos en marzo y para los fans bragados de los hoops es una fecha especial: llega March Madness, la etapa final de la temporada del básquetbol colegial de Estados Unidos. Se ha vuelto toda una tradición del deporte de ese país, una suerte de muestrario, de mirada con microscopio, de las nuevas estrellas que llegarán a la NBA la próxima temporada.
El básquet universitario se convierte en una sucursal del manicomio, con apuestas, fans apasionados y todo tipo de memorabilia al respecto. Es el futuro del deporte, pero también un muy ostensible presente con su propia gracia más allá de lo que podría significar para el básquet profesional.
March Madness es el nombre perfecto para esta temporada, pues es un torneo de locos. Participan más de sesenta equipos que se eliminan en competencias ultrarápidas que son como un circo con decenas de pistas. March Madness también permite a escuelas pequeñas enfrentarse a las potencias colegiales de la División I. Muchos colegios, lo mismo relativamente jóvenes que los llenos de tradición, son joyas regionales que gracias a March Madness ganan notoriedad nacional.
Este año hay varios equipos que son favoritos antes de que empiece el torneo. Las Morehead State Eagles y los Lockwood Lancers son caballos negros, mientras que universidades poderosas como Purdue, Arizona, UConn, San Diego y Houston pintan como favoritas para llevarse el torneo. Houston y la actual campeona UConn se ven como futuros ganadores.
El jugador a seguir este año es Zach Edey, estrella de Purdue que promedia más de 20 puntos y es considerado como el jugador más dominante de su generación. Otras estrellas que buscan llevar a sus universidades a los titulares son Dalton Knecht de la Universidad de Tennessee, Jamal Shead de Houston y Tyler Kolek de Maquette. Ya se les ve con jerseys profesionales, pero antes tienen que demostrar su valía colegial. Un líder en la March Madness tiene lugar de honor en el siguiente draft de la NBA.
El ambiente colegial da pie a una fiesta llena de juventud y cerveza en vasito rojo, pero sobre todo es un festín para los apostadores. Cada año millones de personas a través de Estados Unidos apuestan a las decenas de partidos del torneo. La “bracketology” es la nueva ciencia del riesgo: adivinar, con métodos dizque científicos, la posición de cada equipo y qué equipo cabeza de serie se medirá frente a cuál equipo recién llegado.
There you go: si no es lo tuyo la apuesta, al menos tendrás la diversión de los partidos. ¿Quién quiere más?