En las últimas dos décadas, la Ciudad de México se ha convertido en una importante capital de arte urbano. Artistas callejeros vienen de todo el mundo para apropiarse de sus calles, mientras que los mexicanos salen del país llevando consigo su arte. Tal pareciera que el grafiti y la gráfica urbana (más allá de los populares rótulos mexicanos, que siempre han tenido un lugar preponderante en nuestras ciudades) son omnipresentes en el paisaje urbano y parte cotidiana de la vida citadina; grandes murales comisionados por entidades gubernamentales y privadas por igual cubren las calles, se presentan festivales de grafiti y encuentros de artistas urbanos en galerías y museos. El street art es ya una forma bien reconocible y respetada de arte contemporáneo. Pero no siempre fue así.
Él es César Evangelista Bautista, alias Mr. Kone. Un pionero donde hay, es uno de los primeros artistas mexicanos a los que marcas internacionales invitaron a hacer campañas de grafiti y publicidad al estilo guerrilla.
La primera vez que me topé con la obra de Mr. Kone fue en una esquina de la colonia Condesa, vi un sticker pegado a un poste: un audaz personaje de caricatura blandiendo un bate de béisbol. Meses después fui a un festival de street art y tecnología y me encontré en el stand de la marca Tony Delfino la colección de las estampas de Mr. Kone. Me los compré todos. Y después le perdí la pista; Mr. Kone se esfumó durante unos años. Hasta que llegó la era de Instagram.
“Me considero un veterano del street art”, dice Bautista en entrevista. “No soy necesariamente un artista urbano, pero sí hay en mi obra mucha influencia del grafiti, de la gráfica urbana. Cuando comencé, el street art no era la primera referencia de un diseñador —y yo me considero sobre todo diseñador e ilustrador, no grafitero— pero había señales de que había algo, había algo… Algo se venía”.
En efecto, venía algo. César se refiere a la gran ola de artistas callejeros de los años noventa: artistas hoy conocidísimos como News, Saner, Ceci Meade, referencias del street art mexicano a nivel internacional, que entonces apenas comenzaban sus trayectorias. César estaba creando al mismo tiempo que ellos, se conocían, compartían intereses: “éramos un grupo sin ser un grupo”, dice.
En octubre de 2007, hubo un evento intergeneracional: la exposición Pictoplasma, del Museo Universitario de Ciencias y Arte, el MUCA, en su sede de la colonia Roma. Mr. Kone fue uno de los artistas invitados a intervenir el museo con sus personajes, característicamente parte neojaponeses, parte neomexicanos. “Conocí a varios artistas muy jóvenes que visitaban la exposición. Yo era más grande, ellos eran chicos, quince, dieciséis años”. La muestra se convierte en un punto de reunión del arte callejero. Había llegado una nueva generación que iba a hacerse de las calles; de las galerías y de la publicidad.
La obra de Mr. Kone, demuestra sobre todo la influencia del arte japonés. No sólo el arte tradicional como ukiyo-e, con sus personajes de samuráis y geishas, sino también el más contemporáneo, arte del diseño de personajes salidos del manga y el anime. César cita como influencias fundamentales al grupo Furi Furi y el artista Itsuo Ito. Sus personajes inspirados en Astroboy y otros fundadores del manga atrajeron a César de manera instantánea. Uno puede rastrear la influencia de Furi Furi en la obra de Kone: los mismos personajes cómicos y épicos, la misma irreverencia y la misma perspectiva divertida sobre la vida cotidiana.
“A veces siento que no fue mi decisión hacer street art”, dice César, “la inercia del arte es formidable; digo, de verdad que yo no me considero grafitero, aunque me he subido a los muros y Nike me pagó muchos años por hacer su publicidad urbana. Hay otros artistas como Alejandro Magallanes, o como Jorge Alderete que también son diseñadores y no se suben a los muros, pero igualmente son catalogados como street artists. Somos una generación de artistas gráficos que llenamos el hueco de artistas callejeros que existía hace quince, veinte, veinticinco años”.
Continúa: “Hoy en día, con la influencia del manga, el arte contemporáneo, el tatuaje, y el internet ya por todas partes, los artistas jóvenes son chavos que patinan, que escuchan hip hop y que pintan”, explica el artista. “Son los que suben un montón de obras a Instagram y a TikTok como acciones artísticas. Gente como Saner, News, Aníbal Pantoja e Ivan Mallorquín fueron los pioneros de todo eso. Y yo también, ahí me reconozco”.
Mr. Kone trabajó en varias campañas de publicidad callejera con Nike. Sus personajes se adueñaron de muros en las calles de la Roma-Condesa en 2010. Fue el primer artista mexicano con el que trabajó la marca a ese nivel callejero. Sin embargo, fue una época complicada para ser disruptivo: “En aquel momento, trabajar con una marca ya te señalaba. Si trabajabas con Nike ya no podías hacer nada con Adidas o con Converse (y eso era tremendo porque Converse estaba haciendo mucho arte urbano). Era complicado, pero muy bien pagado y muy bien apreciado. Mi campaña llegó hasta Estados Unidos y Europa, por ejemplo”.
Con aquel aprecio, el éxito de Mr. Kone también “salpicó” a otros creadores que colaboraban con él. Si había que hacer rótulos, César contrataba a rotulistas populares mexicanos. Si había que pintar con lata, invitaba a grafiteros de la escena urbana. El concepto de aquella campaña de Nike Soccer 2010 estuvo inspirado en la estética prehispánica.
Al año siguiente la campaña ganó un León de oro en el Festival de Cannes: “Con ese premio mi trabajo llega a Europa, luego llegan artistas gráficos internacionales que me conocen y me dicen «Ay, yo no sabía que tú habías hecho esto» y resulta que el trabajo les había influido para hacer street art. Por eso digo que ya casi no es mi decisión decir si hago street art o no porque está fuera de mi control si mi trabajo llega a las calles”.
Hablando acerca de sus propios OG, sus maestros, cuenta: “Admiro mucho a Fly, lo considero el pionero-pionero de lo que hacemos muchos; la banda pesada del grafiti lo recupera mucho. Fly está siempre presente no sólo en su propio trabajo, sino en el trabajo de muchos de nosotros que nos vemos guiados por él.
Fue el primero que hizo los stickers callejeros, que después implementamos otros. Sin duda, Fly es mi influencia primaria como arte callejero. Luego, la gráfica neomexicana, la new school, la revista MAD y la ilustración japonesa son las influencias definitivas de mi trabajo como diseñador”. Aunque también nota el influjo del grafiti estadounidense: “Veo a Keith Haring como una influencia, también a Basquiat y Warhol. De Warhol no sólo rescato su obras sino su capacidad de comerciar el arte”.
Sobre el arte urbano actual y la ilustración contemporánea le interesa cómo las generaciones más jóvenes están recuperando influencias “antiguas”: “Veo mucho compromiso con gráficas como la de Disney de los años veinte, que de ahí brinca a los videojuegos, el cine clásico y de ahí al moderno. Pensemos que hoy hay películas de animación como Mario Bros, la última de Spiderman (¡que es una locura de street art!). La película de las Tortugas Ninja, por ejemplo, retoma un estilo de animación que se alimenta mucho de la tradición, pero innova con el 3D y técnicas más modernas. Nada es nuevo, pero todo es fascinante”.
También como todo resulta fascinante, hay vicios: “Me parece que los nuevos grafiteros abusan de lo mismo: gigantismo, personajes, repiten mucho lo mismo, todo muy técnico, muy bien hecho, pero como plano, repetitivo. Bueno, hay quien diría que nosotros los veteranos solo estamos repitiendo lo que hacía Diego Rivera y José Guadalupe Posada. Así como Rivera recuperó a la Catrina, cada generación recupera a sus ídolos. Y eso está bien, me parece”.