“¡Viene Trae Young desde otra dimensión!”, exclama Ernesto Jerez, el narrador de la ESPN.
Estamos viendo el NBA Mexico City Game entre los Atlanta Hawks y el Orlando Magic en casa: no alcanzamos boleto.
No importa, Jerez es uno de los narradores deportivos más divertidos del deporte internacional.
Repite: “Desde otra dimensión, ¡desde otra dimensión!”. Mi acompañante de Cheetos y cerveza me explica que se refiere a la “dimensión” entre la zona de dos puntos y la de tres. Pero a mí, que soy nueva en la NBA, me parece que estos deportistas tan atléticos vienen de verdad de otra dimensión de la realidad.
Ver el NBA Mexico City Game debería ser una obligación para todos los fans mexicanos del deporte. Es indecible perderse de este espectáculo, y lo digo desde la comodidad de mi sillón, ya me imagino lo que debe ser en la arena.
Lo más impresionante: cómo estos atletas elegantes who know their craft. Ver profesionales que conocen tan bien su arte es siempre un placer. Es muy impresionante cómo van bordando el juego sobre la cancha.
El básquet de la NBA (¿o prefieren basket? Disculpen la tropicalización, pero acá se debe ser correcto) no sólo importa anotar: importa anotar bonito. No dan puntos extras por elegancia, pero los que estamos desde la grada enloquecemos cada vez que se viene la jugada de rebote-asistencia- finta-clavada. Puro oro.
El juego entre los Hawks y Magic es la ocasión número 13 en que se juega un partido oficial de la NBA en nuestro país. Es un evento ya esperado por los fans de la NBA mexicanos y de otros países latinoamericanos.
El swag, el estilo, que abunda entre los jugadores y al parecer se derrama entre la audiencia si se sigue al pie de la letra lo que los reporteros informan desde la arena.
El partido comienza cómo un juego veloz y gracioso, elegante, pues. El juego, si me permiten la exageración, es poético: cuántas veces los poetas tratan de suspender un instante.
En la NBA el juego es tan vertiginoso que el espectador quiere llenarse el ojo segundo a segundo. Los Atlanta Hawks comienzan dominando el juego, el vértigo es máximo.
Me dice mi acompañante que el jugador a seguir es Trae Young, el que suda el número 11 de Atlanta. Veo otros artesanos que me llaman la atención. Tienen nombres sonoros (la NBA es una verdadera liga mundial): Banchero, Suggs, Bitadze, Okungbo, Dejounte Murray, Jalen Johnson.
Pero la estrella sin duda es Young (quien lleva unos sneakers de Adidas diseñados específicamente para este juego, con detalles coloridos del Día de Muertos). Cada vez que toma el balón, algo distinto sucede en la duela.
El público le responde con entusiasmo.
Aunque la audiencia alienta por los dos equipos, parece que se decanta por Atlanta. Hay actitud, por supuesto que hay actitud. Todo mundo es el verdadero OG hasta que le meten un drible o un tapón humillante.
Suceden varios intercambios de balón, pero Trae Young es muy impresionante y me dice mi compañero de transmisión que está teniendo un juego más o menos modesto.
Se viene el final de la primera parte: Young tiene más de 30 puntos y cuatro triples. Qué brutal para un juego “modesto”.
Aquí vamos con la segunda mitad. Creo que me estoy enamorando del juego eficiente–y no por eso menos bello– de los Hawks. Vencen en los duelos uno a uno con presteza y como si fuera muy fácil.
El juego de Orlando es más físico, muscular. Emparejan el partido a base de esfuerzo… Y justo estoy pensando eso cuando los atacantes del Magic inventan una jugada de fantasía de antología: esa va para los highlights. Muy impresionante.
El equipo de Orlando está acercándose peligrosamente en el marcador hasta que domina a Atlanta. Es raro que pasen más de cinco segundos sin anotación, pero el Magic ha dominado al rival de tal manera que los Hawks pasan un momento largo–tan largo como puede ser en este deporte centelleante–sin anotar. A Trae lo domina Suggs en duelos personales. Yo pensaba que esto ya estaba definido para Atlanta: ingenuidad de novata.
La diferencia entre los equipos pasa a ser de cinco puntos, luego diez. Orlando llega al cuarto cuarto con ventaja. ¿Será una victoria cómoda para los de Florida? Me explica mi compañero que la clave es la recuperación de rebotes: el Magic ha sido más efectivo en ese rubro.
De pronto el juego entra en una pausa que le permite a los de Atlanta reorganizarse con transiciones rapidísimas entre defensa y ataque. Cuando no tienen el balón se oyen desde las gradas los gritos de “¡Defense!, ¡Defense!”. Tal parece que México vitorea a los Hawks de Trae Young.
Y el cierre es una sucursal del manicomio, verdaderamente electrizante. Atlanta lidera, luego Orlando se recompone. Me siento mareada viendo de un extremo al otro de la cancha.
Por fin, para gusto del público, los Atlanta Hawks levantan el puño. El marcador final es justo: 120 a 119, un punto único para Atlanta, apenas el equivalente a un tiro libre.
El equipo que propuso el juego durante la primera mitad y que supo cambiar de táctica en la segunda ganó. Trae Young se va con 41 puntos, pero más que sus anotaciones, la diferencia en la segunda parte fueron sus ocho asistencias, fue generoso en el juego de equipo.
El partido fue memorable. Ese cierre. Me explican que esos finales no son raros en la NBA: la liga es muy competitiva, prácticamente todos los equipos son de virtuosos que llegan de todo el mundo para jugar la máxima expresión del básquetbol. Y eso que la campaña apenas va empezando.
Sin duda este juego es de otra dimensión.