03 July, 2024

HAZLO SIN FILTROS

Reforma era una fiesta: así se vivió el #Pride2024 en la CDMX

HAY HISTORIA VIVA EN EL PRIDE

VIVE EL REGRESO A CLASES CON ESTILO

Me llamó la atención cuando lo vi desde lejos. Y eso que en los alrededores había mucho para capturar la atención; Reforma era una fiesta y en medio del desfile del Pride 2024 él estaba tranquilo y a la vera de la avenida principal, esperando. Un hombre de mediana edad con el cartel: “Se dan abrazos de papá”.

En el Pride es muy común ver mamás regalando abrazos a los jóvenes — o señores, niños, adolescentes, muchachas y adultos maduros que necesiten ese abrazo. Pero un hombre que sin pudor que sale a dar cariño es más bien raro.

Se llama Mike y es canadiense. Su hija es gay y, me explica, este es su segundo Pride en la CDMX. ¿Cuántos abrazos llevaba? “Cien o más” me dice con seriedad. Le pregunto sobre la fiesta en Reforma, si así se vive en Canadá: “Allá es sí fiesta, un encuentro bien divertido. Acá también pero los cantos (chants) son diferentes porque aquí todavía hay protesta y resistencia”.

Sí, ser gay, lesbiana, bisexual, trans sigue siendo una condición de disidencia en México. Pero de todos modos este sábado medio nublado es una fiesta en Reforma. 

El Pride 2024 es ya una tradición (¿contratradición? Aquí lo que rifa es romper estructuras, crack crack crack) en la que los que conforman la comunidad LGBTTTQ+ salen a ser incómodos, a celebrar su ser y estar, a divertirse. La verdad es que, aunque Mike tiene razón con que las causas en México siguen siendo de lo más serias e importantes, pero tampoco es necesario ponerse solemnes.

Lentejuelas, plumas, maquillaje, galletitas con escenas del Kama Sutra, fallos y vaginas de peluche. Cunde el exceso, el over the top. Nos recuerda que Reforma no es avenida, es paseo. Y hoy también es pasarela, bar, sambódromo, batucada. Es real, por cierto, lo del bar. En cada cuadra de Reforma hay puestos de azulitos, mojitos, cerveza, licuachelas, bueno, hasta pulque. Así que aquí se puede marchar con cerveza en mano. Uy, qué terrible, qué depravado.

Más escenas del Pride: Dos chicas bisexuales se ponen coronas para lucir en el paseo, me dicen que vienen de Toluca y que allá todavía es muy difícil ser abierto con tu orientación. Sigue siendo muy patriarcal.

En el Pride siempre hay una reivindicación de lo masculino y lo femenino, ambos exagerados hasta la burla y lo grotesco. No me malinterpreten, me refiero a grotesco como la caricatura y como la pachanga. Case in point: un grupo de vaqueros de Monterrey que llevan la camisa mostrando el pelo en pecho. Son fornidos y guapetones. Perfectos para salir al bar de osos más lleno de la Zona Rosa, el barrio gay por excelencia de la Ciudad de México. 

También hay, por ejemplo, muchas drags que celebran su feminidad con todo, plumas y plataformas de nervios incluidas, son ultramujeres más femeninas que la que esto escribe (quisiera que me dieran clases de maquillaje). Hay que anotar que las drags, o dragas como se les conoce en México, son el hit de la marcha. Todo mundo quiere fotos con ellas y ellas felices de buscar su luz y salir regias. Maestras de la teatralidad, la dragas son un buen ejemplo de esas estructuras tradicionales quebradas, crack crack crack.

Hay historia viva en el Pride, miembros de la generación que lo inició todo en México. Los que marcharon entre insultos y violencia en los años setenta. Los que comenzaron, se atrevieron, a usar las siglas LGBT (los “elegebeteros”, como se les conoce en los círculos del activismo). Y de ahí al punto de la historia en el que nos encontramos: el orgullo, el Pride, los que salen, como en diferentes lugares del mundo, a conmemorar los disturbios en Nueva York en 1969 que dieron origen a la diversidad sexual como movimiento. A esos disturbios hoy se les identifica con una sola palabra: Stonewall, como el hotel y bar de encuentro gay que fue violentado por la policía el 28 de junio de 1969. Por esos valientes que plantaron cara a la agresión todos los junios se celebra el Mes del Orgullo.

Hay un contingente muy gritón y activo que encabeza la marcha: son los activistas de la fundación Yaaj (“yaaj” significa amor en maya) que, junto al gran Xabier Lizárraga, pionero del movimiento de la diversidad en nuestro país, celebran que gracias al activismo se logró que se prohibieran la terapias de conversión en todo México. 

También hay quienes dentro de la creencia promueven el respeto y el amor. La Iglesia Verdad y Refugio Inclusivo está presente con alegría y ternura para quien quiera vivir su fe en un lugar seguro. Los pastores abrazan, invitan y son en general muy amables. Parece muy bueno para ser verdad, pero la verdad es que me conmovió mucho platicar con uno de los pastores, que me dijo que el amor de Jesús es universal y que Él mismo representa la disidencia contra la injusticia. Dios los cuide.

En el Pride hay lugar para la concientización. Algunas fundaciones ofrecen pruebas gratuitas de VIH, hepatitis C y sífilis. Se reparten condones y paletas al mismo tiempo. Hay quien ofrece pláticas de salud sexual y asociaciones de psicoterapeutas que ofrecen sus servicios.

Pareciera que el colectivo de lesbianas es menos visible en el Pride, pero están presentes y se hacen sentir. Hace una semana también en la Ciudad de México se llevó a cabo la Marcha Lencha, en la que las lesbianas celebraron su sexualidad y se levantaron contra su doble discriminación: por ser mujeres y por ser homosexuales o bisexuales. También vienen al Pride y son bien bravas. Más que a divertirse, vienen a denunciar. Es uno de los grupos que se levantan cada año para levantar la voz, ser incómodas. Oikabeth, el grupo lésbico que fue pionero de proteger del amor entre morras en México, ha hecho una labor incomparable. Las lesbianas, bisexuales y no binaries le debe mucho a este grupo. No son histéricas, son históricas.

Más estampas sueltas del Pride 2024: chavas con pancartas que decían: “Más de 30 transfeminicidios en México en lo que va del año. Tengan su ‘orgullo’ capitalista”. Es cierto que todavía hace falta la resistencia y hacer visibles a estas comunidades. “Existimos porque resistimos” es uno de los cánticos, lemas y carteles que más se repiten: el amor y el sexo como revolución. 

Estampa con un ánimo completamente opuesto: chicos, chicas y chiques con listas alfabéticas, una kiss list: por cada persona que se bese y cuyo nombre empiece con, digamos, C se llena la casilla de esa letra. Me reí y me di cuenta de lo vieja que soy; demasiado sacatona como para andar besando randoms en la calle. Otra imagen: unos muchachos que buscan “el mejor booty del Pride”. El asunto también es echar desmadre. 

Así como se van juntando los besos, va cayendo la tarde. Hemos caminado Reforma y llegamos hasta el Centro Histórico de la ciudad. El metro se va llenando de gente con collares de colores, coronas, banderas y toda la parafernalia de la marcha— los comerciantes vendieron a placer, las banderas iban desde los cincuenta pesos hasta los doscientos, “se la dejo en 150”. La fiesta continuará hasta la tarde en el Zócalo y también en los bares de la Zona Rosa

En México todavía es complicado ser gay o queer. Pero esta tarde la celebración llena la CDMX, la alegría del erotismo y el romance. Y eso está bonito y está bien.






 

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