En cierto momento de The Franchise, la serie del director Sam Mendes para Max—combo explosivo—, uno de personajes habla de un tipo vive de palear excremento de elefante en un circo, un pobre hombre que llega todos los días a su casa oliendo a caca de elefante. Alguien le consigue un trabajo de oficina y el cuate-caca-de-elefante le dice: “¡Cómo! ¿Y renunciar al mundo del espectáculo?”.
La mayor parte de la gente que trabaja en el show business son el tipo del elefante y el circo. Y lo aman. El espectáculo es adictivo, al menos eso dice la mayoría de la gente que se dedica a ese oficio ingrato. Hacer una película aunque seas el tercer ayudante del tercer asistente es sin duda emocionante. ¿Cómo no sentirse seducido por ese thrill de ver tu nombre en los créditos?
De eso va The Franchise, la serie que vas a querer maratonear estas vacaciones. No sólo porque es chistosísima, gran parodia de Hollywood, sino porque da un insight único al modo en que se produce el entretenimiento que consumimos con un apetito sin fin.
La serie sigue un ensamble de personajes que trabajan en una película de superhéroes. Toca cada uno de los puntos sensibles del hacer una superproducción (la franquicia a la que se refiere el título a la serie): desde el asistente de dirección—y su propia asistente que sirve de nuestros ojos en ese organismo viviente que es una filmación— hasta el hombre del estudio, un especie de semidiós que viene a destruir todo lo que el director quiere hacer con su “visión”, pasando por los actores, obsesionados consigo mismos, y los extras que tienen que aguantar horas en incómodos trajes de látex. Es una observación completa del showbiz en toda su gloria, miseria y amor.
En el centro está la propia película, que no existe fuera de ese universo del que todo mundo tiene una opinión. Eric, el director (un extraordinario Daniel Brühl), está a punto de tener un ataque cada vez que le quieren cambiar su plan de filmación—no es aventurado decir que se trata del alter ego del propio Sam Mendes, él mismo un director prestigioso que dirigió una franquicia, en su caso la de James Bond.
Parecida es la situación frustrante de Daniel (Himesh Patel), el asistente que es el jefe de toda la producción pero que en realidad no es nadie. Como sea, el atractivo intoxicante de hacer películas no puede salir de su ADN: Daniel es el tipo paleando desechos de elefante.
The Franchise ha tenido un éxito moderado, no es muy comentada y hasta ha recibido cierto hate de la crítica. Por eso mismo puede ser un verdadero descubrimiento. Morirás de risa y no volverás a ver una película de Marvel, DC Comics (o de cualquier serie de películas) de la misma manera. La próxima vez que veas un blockbuster quédate a ver los créditos: ahí están los unsung heroes de tu película favorita.