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Charly García: El regreso del ícono del rock con La lógica del escorpión

Escrito por Staff Innvictus | 23 September, 2024

Las muchas vidas que ha vivido Charly García son impresionantes. Ha sobrevivido a adversidades, censura durante la dictadura argentina, persecución, exilio y, sobre todo, a sí mismo. Mientras muchos artistas de su generación presumen su sobriedad después de los años locos de los setenta y ochenta, Charly sigue indomable. No sabemos si aún se anda metiendo hasta el dedo (los testimonios de sus cercanos apuntan a que se mantiene con vida gracias a su última rehab), pero lo cierto es que Charly nos va a enterrar a todos. Una fuerza de la naturaleza. Un fuego que arrasa cada vez que se sube al escenario. 

Sus discos son igual de incendiarios, con todo que los últimos álbumes han sido más taimados, no tan enloquecidos como sus clásicos como Clic modernos y Yendo de la cama al living, ¿quizá más aburridos? Como sea, un Charly García mediocre es mejor que el 90% del rock en español que se oye por ahí.

Eso se comprueba con La lógica del escorpión. Es el álbum más esperado del año en Argentina, pero Charly brinca fronteras. Verdadero Original Gangsta del rock en español, a Charly le vienen guangas las tendencias y las modas sonoras. Charly, su propio género. Lo suyo es el rock más clásico y en La lógica del escorpión su estilo clásico reluce como un cuchillo recién pulido.

Las letras, y Charly es el mejor letrista del rock en español, son divertidas. En “Rompela” se hace homenaje a sí mismo hablando de seguir tendencias “rompela, no seas como los demás, no seas como Charly”. “El club de los 27” es un blusito imborrable: “Dios creó al universo y también al Ku Klux Klan”. Al final repite la frase “wait for it”, una especie de sampleo de la canción “Wait for it” del musical Hamilton, de Lin-Manuel Miranda, una influencia que no deja de ser extraña y cómica. ¿Charly García va a Broadway? Cosas más raras se le han ocurrido al tipo.

En general el disco es bueno, aunque depara pocas sorpresas. Y eso qué importa, los fans de Charly sólo queremos que cante y estamos listos para aplaudirle. Pero si somos menos fans y más críticos, diremos que La lógica del escorpión es una buena continuación a la trayectoria de sus últimos tres álbumes, una especie de revisión de obras anteriores, las de los ochenta, y un rescate de sus más clásicas canciones de esa década. No por nada se hace acompañar de viejos conocidos de su carrera, como David Lebón, Pedro Aznar y Fito Páez. 

El oído educado del fan viejo de Charly García encontrará diversas referencias a canciones ya probadas, que no sólo recuerdan a sus discos solistas, sino también a sus experiencias con bandas como Serú Girán y La máquina de hacer pájaros. Para el curioso que se acerca por primera vez, canciones como “América”, una canción de con una letra de lo más ominosa pero virulenta, y “Rock and roll star”, el featuring con Fito Páez, serán la droga de entrada para explorar la discografía del maestro argentino. 

Aunque la mejor puerta es sin duda el MTV Unplugged, que como buen desenchufado quita adornos y deja al artista en toda su vulnerabilidad. Charly, el sobreviviente, también es Charly el herido. Pero no sintamos lástima por él, ni que se tratara de José José u otros artistas que han hecho de sus adicciones la sazón de sus carreras, Charly es un adolescente de 15 que no deja de tener la travesura en la sangre.

Dicen que estoy loco haga lo que que haga” canta en “Watching the wheels”, un tributo a John Lennon y también a sí mismo. Entre narcisismos y autoreferencias, La lógica del escorpión es, básicamente, una buena placa. Poco más se puede decir, búscalo ahí. No hace falta pedir disculpas por el buen Charly, no hay más lógica para disfrutar de sus discos que escucharlos y formular una opinión propia, única. El loco Charly que destruía habitaciones de los desafortunados hoteles que lo alojaban cuando andaba de gira ya no existe, pero La lógica del escorpión demuestra que sigue siendo un artista atractivo.

Y nada más, con Charly hay que oír en sus propios términos, dueño de sí, mientras siga nadando a contracorriente de sí mismo.