21 December, 2023

MUSIC INFLUENCE

MC Amatista, el padrino de la escena under del freestyle en Bellas Artes

LOS POETAS SE HACEN EN LAS ESQUINAS

VIVE EL REGRESO A CLASES CON ESTILO

Charlamos Amatista y yo. Es como si estuviéramos en un espacio cerrado, en una habitación propia para platicar, así nos tiene la conversación. Pero estamos en plena Alameda de la Ciudad de México, en el sitio que Amatista, freestyler y host de batallas de rap, llama el hogar de su familia, su crew.

Es la sede de la escena under del freestyle: afuera de Bellas Artes, junto al monumento de Beethoven. “Nos conocemos bien a todos los que acá andan, los payasitos, los skaters, los que piden dinero”, me explica. “Acá todos somos una familia”.

Amatista es uno de los responsables de que en Bellas Artes (“Bellas”, como se le conoce en el argot rapero de la Ciudad de México) se haya creado una buena tarima para el freestyle, esas guerras con rimas en las que se hacen los raperos.

Cada fin de semana decenas de jóvenes se reúnen en Bellas a practicar su técnica estilo libre, a escuchar las rimas de otros o a simplemente conocerse unos a otros y ser “familia”, como declara Amatista. “Sí, aquí somos familia, somos un crew, somos juntos y todos”, dice. En el siglo XIX los poetas se hacían en los cafés, en el XX en las universidades: en nuestro siglo los poetas se hacen en las esquinas.

¿Cómo le hacen estos neopoetas para conquistar su lugar a base de guerras de rimas? El freestyle es un triunfo de la observación, la habilidad verbal y la capacidad teatral. Mucho de actuación, mucho de literatura. “Es como en toda labor”, dice Amatista, “conocerte bien como creador, si te gusta más leer, si eres más de ver documentales (a Amatista le encantan canales como Discovery Channel y History), agarrar por ahí tu aprendizaje”. 

Aquí la vida es calle, o eso quiere hacernos creer la leyenda del Centro Histórico chilango. Es fácil llegar a las calles del Centro y pensar en la vida urbana de los bajos fondos, lo under, lo clandestino a plena luz.

Quizá haya algo de cierto en el mito–los lugares comunes albergan aunque sea un milímetro cúbico de verdad–; Amatista, con su flow de rapper y su habilidad verbosa, parece calle, pero en realidad es un muchacho de clase media que comenzó a rapear en la universidad.

“Hace 15 años, más o menos, ya me gustaba la música urbana, pero lo comercial, bien normal, porque en aquel tiempo no era fácil explorar ni exponerse a otro tipo de urbano”, dice con cierta cadencia narrativa (si este texto no captura el ritmo bello que tiene Amatista de hablar será culpa de la reportera, no del entrevistado).

Como los nuevos freestyler que ahora como organizador y mentor le toca conocer, nuestro personaje empezó sin saber nada, errando con fusil en mano. 

Dicen, o está de moda decir, que en la vida de todo héroe hay un momento icónico, canónico: para Amatista fue cuando en la escuela conoció, al fin, a otro rapero: “Entro a la universidad, y de la nada conozco a un rapero, un rapero de verdad. Caleb, se llama, aunque ahora ya no ejerce, pero fue como la gotita que derramó el vaso para que yo rapeara: llegó y se aventó una rola y ¡pah!, fue para mí: se puede. Se puede rapear, esto existe”.

Pasó el tiempo y Amatista no se estuvo quieto: comienza su labor como rapero, pero también como organizador de eventos. “Un año después me encuentro a Caleb y, yo ya me puse las pilas y estamos ya en flyer”. Estar en flyer significa estar en cartel, ya estar anunciado en eventos lo bastante organizados en forma para que valga la pena crear un volante, un flyer: el sueño.

Se encuentra con Caleb en un evento y entonces sucede otro acto canónico: a Amatista se le ocurre, junto a otros freestylers, crear un espacio seguro para practicar e ir creando un nombre para los que pronto quieran estar en flyer. Lleva Amatista 13 años en lo suyo: primero como freestyler, luego como host (más de esto a continuación) y finalmente como organizador de eventos de la onda under del rap.

“Mi estilo es el ego trip: yo soy, yo hago, yo digo. Siempre me interesó el contestar, para mí el freestyle que más se valora es el que se contesta con muchísimo ingenio, no nada más contestar porque contestas”, dice para explicar cómo encara el freestyle desde su esquina, pues en este mundo hay que tener una máscara, un personaje teatral que es el que se sube al escenario. A Amatista le gusta provocar, que el público se ría de su oponente, la burla acidita y medio mal pedo.

Específicamente, “lo más importante: a lo mejor no es lo que dices, sino cómo lo dices. Lo que dices y cómo lo dices son dos cosas diferentes: a lo mejor puedes decir, nah, no sé, una grosería, pero si esa grosería la dices con una fonética adecuada, acorde al beat, la batalla y la situación, uf, cuidado: ahí hay un ganador”.

Eso de detectar ganadores es la labor más importante de Amatista, el organizador, el veterano de la batalla, el rapero antaño y el host. “Encontrar a gente que tiene mucha labia no es difícil, la cosa es encontrarlos con la habilidad para la batalla, para comenzarla y luego para contestarla, es bien complejo eso”.

La habilidad para hacer rimas al fuego es algo que impresiona cuando se ve por primera vez una batalla, “y también cuando llevas la décima y la centésima, ver contestar a alguien con fonética, ritmo y habilidad es hermoso”. Es labor del host y los jueces topar con el freestyler que tiene esas cualidades y las revienta hasta el triunfo en el cypher

¿Qué es ser un host? Quizá de todo lo que hace Amatista, el hosteo es lo que más se toma en serio: “Me di cuenta una vez que, había que serlo, un todólogo de las batallas y hostear, pues es de lo que luego no había”, explica. 

Hostear” es ser el cable conductor de la electricidad de las rimas, el anfitrión de las batallas de freestyle, responsable de mantener el ritmo y el ánimo en el público y en los participantes en los cyphers o batallas. “El hosteo implica bien importante llevar la cadencia y el flujo, significa animar a la banda, a los que batallan y a los que miran que se involucren, que los jueces pongan una atención intensa”. Hacer, pues, lo que hacían los MC, los raperos originales, de las fiestas neoyorquinas en las que nació el rap. 

Amatista sueña en las noches–y en su día a día en su trabajo como camillero–con ser un host onda Red Bull. Y de acuerdo a sus pares, lo merece. Pregunta por ahí y verás que los freestylers mexicanos ya tienen bien ubicado a Amatista como “padrino” de la escena en Bellas. Una simple búsqueda en YouTube arroja batallas épicas en las que Amatista es soldado de infantería, pero también capitán y hasta general.

En el freestyle importa en talento, como soldado, como juez y como host, pero, como dice Amatista, también la disciplina lleva al triunfo. “En esto ves a chavos que llegan sin saber nada y en los primeros cuatro meses avanzan muchísimo, es notorio, pero luego se estancan, o eso creen ellos, y se frustran… Siempre les digo que continúen, que se aguanten la frustración. Que lean, que vean videos. Esto no es de un mes o una semana, es de pulir todos-los-días”. El énfasis en la última parte: hay quien puede vivir de esto. De verdad, en plata.

“De Bellas han salido freestylers que ya son exportados, que participan en competencias internacionales y ganan una buena lana”, explica, pues él mismo ya podría vivir de su labor, aunque mantiene su trabajo cotidiano como camillero. “Cada fin de semana en los eventos hay premios, cuando ya el batallante se gana un nombre, empieza a subir y llega a representar a su escena y hasta a su país en competencias internacionales. Uffa, ya hay quien se lleva 40, 50 mil pesos al mes”. Y la idea es ganar más, aspirar a las grandes bolsas, a los torneos más grandes e importantes del mundo.

¿Da la escena mexicana para estar en el primer plano del rap global? Para Amatista no hay duda: el freestyle mexa está creciendo. “Ya hay tardes es las que ya no somos 50 o 60, ya somos cientos de freestylers en las competencias y los cyphers se vuelven muy grandes, difíciles de controlar”. 

“El chiste para crecer es venir a triunfar o fracasar”.

Hace una pausa. La tarde invernal cae, hace algo de frío y el metro parece hormiguero. Los skaters no cesan de patinar, los payasitos cuentan chistes colorados y hasta hay quien sí los está pelando. Amatista y yo acabamos de platicar. “Sobre todo vienes a fracasar”, me dice como una especie de reflexión posterior: “pero el chiste es fracasar, el que fracasa fue el que intentó, el que tuvo la valentía”.

Fracasa bien, fracasa mejor.

“Sigue, avanza”, dice Amatista, “la derrota puede hacer que alguien se vaya para abajo, pero no, hay que seguirle, agarrar la ricura de la experiencia”. Y concluye: “Ahí viene la magia de nosotros: ayudar a los que vienen a Bellas a pasar el fuego”.

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