Nunca he ido a un juego de la NBA en Estados Unidos pero después de ir a la Arena Ciudad de México a ver el Mexico City Game de esa liga, creo que es, debería ser, una experiencia pop obligada. Para cada fan del básquet debería haber una visa de un día para ir, no sé, a Los Ángeles a ver a los Lakers o a Boston para un juego de los Celtics, un chancecito de asomarse a este espectáculo histérico que lo mismo convoca a fans del deporte que a conocedores de la moda callejera.
Como esa visa es un sueño guajiro, nos queda la parada que la NBA hace en la CDMX como una especie de medicina para la adicción a todo lo que tenga que ver con el básquet profesional.
La NBA es algo así como la pasarela del deporte gringo. Hay estilo en la duela, pero también entre el público. En la cancha hay movimientos sacados de un videojuego y en las gradas un desfile de locos que llevan sus mejores sneakers porque para los fans esa es su ropa de etiqueta.
Ya les he dicho aquí en el blog de Innvictus que soy muy ignorante de los hoops. Soy ese tipo de público que se emociona ante las jugadas que parecen espectaculares a simple vista mientras que los conocedores se te quedan viendo así de “dude, ese es un movimiento de rutina”. Pero es que estos atletas son inmensos, no sólo por su estatura genéticamente prodigiosa sino por su capacidad de hacer lo difícil verse fácil.
El Mexico City Game fue cuidadosamente calculado para el público mexicano. Y es que del lado del Heat de Miami hay un héroe con sangre nuestra: Jaime Jáquez Junior, mexico-estadounidense que se llevó el entusiasmo del respetable cada vez que tocó el balón. Según me decía mi acompañante (él sí un seguidor hasta los huesos bien colorados de la NBA) Jáquez no anda en su mejor nivel en este inicio de temporada, pero que venía a este juego a brindarse al público.
A ver, sigamos a Jáquez como buena villamelona. Oigan, no sé si sea mi mera apreciación de novata, pero este muchacho juega bien. Pero el que tiene los moves más smooth es Adebayo, estrella del partido. Anotó a placer, como si fuera uno solo con el balón. Pues sí, ver este partido es como topar con tu amigo el vago que tiene todos los códigos para el 2K25, el videojuego oficial de la NBA. Se me salieron los ojos.
Jáquez fue un good sport con el público que coreó su nombre cada vez que saltó a la pista, recuperó rebotes y anotó. Pero no llegó al doble dígito de puntos y eso fue anticlimático, uno espera que el muchacho chicho de la película sea siempre el protagonista pero Jáquez fue mero actor secundario. No importó, la gente le aplaudía todo y eso estuvo muy cool. Represent!
El juego en sí fue emocionante—al menos para mí, que sí quedé fascinada con el entusiasmo del público y las proezas físicas de los jugadores—aunque no fue muy peleado. El Heat arrasó con los Wizard like it was nothing. Les digo que no hizo falta que Jáquez tuviera un gran día. Fue simple y llanamente una masacre. Los Wizards no tuvieron nada de magia, fueron más bien puros muggles. Ja.
Como soy bien hypebeast y la NBA le echa categoría a su merch, fui a darme la vuelta a la tienda oficial que instalaron en la Arena Ciudad de México (gran recinto para ver todo tipo de espectáculos, para ver el partido de básquet me pareció un poco sobrada, aunque eso sí, estaba a reventar). La gorra que New Era lanzó para el juego con diseño alusivo al Día de Muertos estaba preciosa, pero sobre todo: agotada. No hay mejor piropo que se le puede hacer a un accesorio de moda. Al parecer hubo filas para conseguir la gorrita, una flat cap que seguro ya es parte de las colecciones más exigentes (y especialmente avanzadas: me explican que la gorra se agotó prácticamente en segundos) de sneakerheads y hypebeasts de la NBA.
Marcas como Pro Standard y Jordan estuvieron presentes. Pro Standard llevó las mejores chamarras de la NBA que he visto en persona. En Innvictus tenemos varios de esos modelos, perfectos igual para vestir tumbado que para lucir un outfit de elevated sportswear. Jerseys, sneakers, gorras, chamarras, la tienda de la NBA no se freseó en cuanto a fashion items. Hubo quien salió de ella cargado de tesoros y con varios miles de pesos menos en la cartera. La casaca de Jáquez Junior fue la prenda más codiciada, aunque yo hubiera sido feliz con una de las gorras con las que New Era hizo homenaje a México. No pude comprarme ninguna porque la fila era enorme y yo quería también ver algo del partido.
Era interesante ver quién compraba cada cosa. Acá un muchacho salido de un toquín de Peso Pluma, acá un padre de familia muy respetable que le compraba a sus productos menores de edad un regalitos para hacerlos sí o sí fans de la NBA. Había muchos niños disfrutando el puente de Día de Muertos y hubo quien fue disfrazado. El espectáculo comenzó desde el momento en que cada uno de los que asistimos decidimos qué ponernos. Antes muertos que sencillos y ese adagio se vuelve patente todavía más en un partido de la NBA.
La noche incluyó mariachis y celebs que vinieron a hacerse presentes porque si eres fashionista callejero, saber de la NBA es must. Según leo en algunas crónicas estuvieron presentes figuras como Kenia Os y Belinda, la verdad es que yo completamente oblivious porque andaba más prendida con la moda que con los famoses entre el público.
México tiene la fama de buena onda con los artistas/deportistas internacionales. Como que no somos muy exigentes, pues, a todo le aplaudimos. ¿Pero eso está mal? Supongo que nos pone en el lado más novicio del público, los menos iniciados. Unos pobres simps por antonomasia.
Ya usé la palabra villamelón para referirme a mí misma, ¿será que acaso que los mexicanos somos una colección de villamelones, un público ansioso de tener espectáculos de “primer mundo” aunque sean en realidad de segunda categoría? No quiero ser pesimista, pero quizá sea el caso, ¿eh? O sea, nos entusiasmamos fácil, nos pasamos de prendidos y al final los que pase en el escenario vale queso, somos el público que se divierte viéndose a sí mismo. Por ambiente no quedamos a deber, caray. El público mexicano también es un show.
No quiero ser injusta, era claro que muchos de los asistentes sabían de lo que estaban viendo. A Jáquez le aplaudían por default (y eso que, según mi acompañante, jugó con el freno de mano puesto), jugadas como los tiros de tres y los rebotes fueron muy aplaudidos, porque los buenos movimientos estuvieron presentes como parte infalible de un partido de una de los espectáculos deportivos más grande del planeta. Los Wizard fueron tratados con diplomacia, pero cada vez que el Heat agarraba la bola, pum plim pas, parecía que el techo se venía abajo de las ovaciones y sonidos de admiración.
El NBA Mexico City Game es una experiencia que merece ser vivida aunque no se sepa mucho de los hoops. Hay un algo muy glossy en este deporte, muy cool. Es mucho más estilizado que el americano, más rápido que el futbol y menos conservador que el béisbol. Si te perdiste el Mexico City Game, la mejor recomendación que puedo hacerte es que la próxima apartes tu lugar. Hay sitios de todos los precios y para cada bolsillo, hasta paquetes que incluyen un backstage y mercancía única. Como sea, gran show. Will buy again. Cinco estrellas. Word.