Dicen que entrar es definir. Entrar hoy a la tienda de Innvictus en el barrio alto de Polanco, en la Ciudad de México, es comenzar a contar una leyenda.
Y es que hoy comienzan los showcases de Innvictus como una Empresa Musicalmente Responsable. EMR es la campaña con la que Innvictus promueve al talento indie mexicano. Podrás decir con la voz del conocedor: “en aquellos tiempos yo vi en Innvictus a esta morra, este vato, que la está rompiendo tremendo”. Back then solo estábamos los reales.
Hoy abre la serie de showcases de EMR. Y Valeria Wolf ya está aquí para abrir con jonrón el escenario de Innvictus Polanco.
Valeria, como ya te habíamos contado en esta entrevista, es un talento especial; llena la playlist de EMR con pequeñas historias sobre sí misma, valientes confesiones con las que es fácil, natural, relacionarse. Nacida en Guadalajara, tiene un flow muy orgánico, muy auténtico. El sonido de su música no está amarrado a una sola identidad (¿quizá todavía definiendo su sonido?), ilimitado en su alcance. Valeria Wolf is a force to be reckoned.
Esta corresponsal llega temprano a Polanco. No topo con Valeria y su banda porque llegué demasiado temprano. La historia de mi vida. Llegar temprano tiene sus perks: al reportero que madruga, la nota le ayuda. Puedo observar todos los preparativos de la tienda para hacer de este showcase algo divertido y accesible. La gente que recorre la tienda se hace preguntas. ¿Esto es parte de la decoración? ¿Innvictus rockea? (Sí rockea, y rapea y reguetonea, cómo no). Es esta onda muy indie de seducir al público con el misterio.
Pero lo indie no quita lo pro. Hay merch de Valeria Wolf nada más entrando a la tienda. Un cuate repartiendo stickers de Valeria (el logo, su apellido, parece una insignia de Batman) te recibe al llegar al set de la banda. La palabra “Wolf” en las pantallas de la tienda, con un algo, un diseño, una apariencia que recuerda a los clubs noventeros de techno. Foo Fighters truena en la consola. Todo listo para la tocada.
Platico brevemente con Valeria antes de empezar. “¿Nerviosa?”. “Un poquito, pero estoy preparada”. Valeria repetirá esa frase un par de veces: “estoy preparada”, un mantra protector, un rezo a los dioses del flow y la fortuna. En realidad Vale no tiene un ritual antes de salir a escena, quizá se fume un cigarro (Marlboro, de los rojos), cosa de la que se arrepiente porque “es malísimo para la voz”, me dice como disculpándose. Más importante: antes de salir a escena platica con su papá, su soulmate, que la relaja con pep talks de último minuto.
Hay una nostalgia del escenario vacío. Una expectativa, una curiosidad. El público de la tienda no sabe qué concluir del set con la batería y las guitarras esperando a tronar. Es como un flashmob en pleno 2024, una reunión random de gente que ve los tenis y luego los instrumentos, el flashmob va así: el primer paso es asomarse, hacerse wey viendo esto o aquello, el segundo inmediato es sacar el celular. Sólo después la gente pregunta qué show con el show. Típico que preguntas y te sacas más de onda. ¿Qué es este pedo de poner músicos en vivo cuando ando comprando mis Jordan, mis Samba? Pues igual, quédate a ver, ¿no? Ganar-ganar, dude. Digo.
Finalmente, llega el público que viene a ver a la banda. Playeras del club alemán St. Pauli, de la banda inglesa Joy Division, urban types, alt dogs, todos cool cats. La idea EMR es keep it close, una especie de concierto de buró (un “tiny desk”). Se trata de crear experiencias disconexas, muy a la electroclash dosmilero. Los artistas de esa corriente hicieron su identidad tocando en lugares inesperados: un Starbucks, un McDonald's. ¿Por qué no hacerlo en un sitio que SÍ tiene onda? Hagámoslo en Innvictus.
Pero regresemos a ese momento previo en el que la música sigue siendo un misterio.
La banda ve los sneakers mientras Vale se relaja (bailando al son de la EDM que pone la consola). Son como niños de secundaria armando su propio desmadre.
Llegas y ahí está. La pregunta es por qué la música no suena más fuerte. El hecho es que en Innvictus Polanco hay lo que podemos llamar una calma chicha. Hay una expectativa para quien ve el set (tres instrumentos: batería, bajo y guitarra… y la voz de Valeria) pero también un desconcierto. El concierto que desconcierta. La gente pasa frente a la batería, la guitarra, el bajo, puestos justamente junto a los sneakers. Entre Jordan y Asics, a un ladito de los Converse y con la pregunta “¿Sabes cuándo ha llegado tu momento?”.
¿Llegó la hora para Valeria Wolf? Lo cierto es que se comporta como una rockstar a punto de brincar a tarima. Una especie de portal, un vórtex fantástico que la convierte en un espíritu de fuego, eso es el escenario para ella.
La verdad es que el público mexicano es muy respetuoso (¿desconfiado?) como para acercarse e interactuar con la banda antes de que suceda esa magia, ese “saltar al escenario”. El look sporty de la banda, por cierto, es deliberado. Adidas los hace brillar en sus outfits. Vale lleva un conjunto lleno de coolness de la línea Monogram de Adidas, perfecto para su flow, una fashion statement donde las hay. Unos Stan Smith completan el outfit. Fluir necesita un uniforme de batalla.
Y ahora sí, a tronar. La banda comienza con una especie de improvisación que va in crescendo–el setlist está diseñado como un camino al clímax erótico-divertido-musical.
Valeria es una frontwoman muy cagada. Parece toda lanky, pero cuando empieza a cantar es súper sexy, cuando lo sexy se encuentra con el buen humor. Presenta una canción “para cuando se sientan tristes y quieran sentirse más tristes”. Después pasa por “Mírame” (mi interpretación favorita del setlist).
Otras son canciones “de mí para mí”, dice Valeria. Y sorprende con una rendición conmovedora de “Una y otra vez”, una pieza pop que es el canto a sí misma de Valeria. Como ella misma me explica, “Una y otra vez” es un mensaje por el túnel del tiempo a su otro yo, esa niña que creció sin saber cómo y que no encontraba su lugar.
Valeria Wolf: remember the name. Va a subir bien denso y ustedes querrán ser de esos que dicen yo-la-vi-en-Innvictus-back-then.
Si se perdieron el showcase de la Ciudad de México, no hay bronca. Podrán vivir la Valeria Wolf experience en Guadalajara el próximo 28 de septiembre y en Monterrey el 5 de octubre. Yo que ustedes me iba a asomar. Con EMR puedes encontrar a tu próximo artista favorito y chance, ese es el caso con Valeria Wolf.