Hay algo que puede decirse sobre Victoria's Secret: es una marca que sabe hacer un show. Como dice Danielle Pergament de Allure: no sólo inventó una forma de vender lencería, sino que creó un nuevo tipo de modelos. Modelos que no eran modelos, sino ángeles. Bellas y delgadísimas mujeres con plumas por todas partes desfilan como si salieran del sueño mojado de un mirrey.
Durante más de una década el Victoria Secret Fashion Show era un espectáculo que el mundo del entretenimiento esperaba con ansiedad. Importaba quién debutaba como angel, quién sería el host, qué invitados musicales serían las estrellas y cómo la marca volvería a establecer lo deseable, lo erótico de la figura femenina al estilo Victoria's Secret.
(Todo hay que decirlo: en el mundo de la moda es una especie de burla anual. Victoria's Secret es una marca de centro comercial, no exactamente hija los diseños etéreos, sofisticados e inalcanzables de la haute couture).
Desde su nacimiento en los noventa hasta su reinvención este año, el Victoria's Secret Fashion Show no temía ser glam, over-the-top, sexual y muy controversial. Con poca diversidad racial, ya no digamos de tamaños (una verdadera Victoria's Secret angel pesa menos que sus alas), durante más de una década la pasarela fue el sueño de los hombres y la guía estilística de toda una generación de mujeres, un instructivo para ser deseable. Intenso.
Así fue hasta 2018. Después de andanadas de críticas en un mundo donde las mujeres señalaron lo malsano de esta fiesta de la desnudez anoréxica y el racismo, la marca casi no resistió el rechazo. Parecía que el mundo en el que Victoria's Secret era relevante había muerto con el #MeToo.
La marca hizo, dice, una mirada a su alma. Y lo que vio no le gustó: se había vuelto símbolo de la masculinidad tóxica. Hubo que dar un parón. El Fashion Show se detuvo porque la marca estuvo cerca de desaparecer. Pasó la pandemia y Victoria's Secret intentó mantenerle el paso al mundo. Hizo un documental e invitó a diseñadores de todo el mundo a participar. La idea fructificó y le dio nueva vida al Fashion Show.
El Victoria Secret Fashion Show regresó este año después de ese hiatus de seis años y todos los ojos estuvieron puestos en la marca. Con una transmisión a través de YouTube que vieron millones de espectadores, la pasarela no ha dejado de ser comentada en todas partes.
¿Quién regresó? ¿Hubo nuevas angels? ¿La marca se mantiene igual de controversial que siempre? Esto es lo que vimos.
Llegaron las primeras angels trans. Alex Consani, sensación de TikTok, y Valentina Sampaio hicieron historia como las nuevas caras de Victoria's Secret, mujeres abiertamente trans para una marca cuyo creador era públicamente transfóbico. Fue un riesgo que pagó. El momento en que Consani apareció se ha vuelto viral.
Regresaron los rostros clásicos. Tyra Banks, Kate Moss, Carla Bruni y hasta algunas más recientes pero igual de clásicas como Gigi Hadid y Barbara Palvin estuvieron presentes como representantes de la tradición y la identidad de la marca. Banks en especial fue muy celebrada, como un ejemplo de clase y distinción en un show que suele ser abigarrado y caótico.
Nuevas angels de todas las culturas. Modelos como Liu Wen, Jessie Aina y Maty Fall, fueron estelares. El Fashion Show ya no fue exclusivamente caucásico y estadounidense. Las angels pueden ser de cualquier cultura.
¿Adriana Lima es “plus size”? El momento más criticable del show fue cuando queriendo navegar en el barco de la inclusión, la marca incluyó a la “veterana” (apenas tiene cuarenta y tres años; en el mundo del modelaje eso la convierte en parte de la historia) Adriana Lima como modelo de talla grande. ¿En serio? Pues sí, una mujer que pesa 60 kilos y mide 1.78 m es gorda para Victoria's Secret. Sin duda la decisión más polémica de la noche.