De uno u otra forma los habitantes de las grandes ciudades contemporáneas tienen una idea, aunque sea difusa, de qué es el parkour. Lo hemos visto o soñado alguna vez: movernos acrobáticamente por las banquetas, las bardas, los accidentes naturales o artificiales de nuestras ciudades monstruosas. Los que practican el parkour recorren con gracia–y convocando a la adrenalina extrema suya y de quien mira–el paisaje urbano haciendo piruetas, brincos, agarrándose de salientes en el asfalto para hacer su siguiente truco para recorrer el espacio citadino de la manera más natural y eficiente. El parkour es ir “trazando” caminos imposibles por la gran ciudad y también se practica en la Ciudad de México.
Hagamos un poco de historia. Este deporte (también considerado un arte) llegó al imaginario urbano hace unos treinta años. En realidad se ha practicado desde hace siglos en países como China y Japón donde el arte de desplazarse entre obstáculos es parte de la tradición de las artes marciales. Se le relaciona mucho con el arte urbano, tiene, como el grafiti, el hip hop y la cultura okupa, mucha influencia de la clandestinidad. Como prácticas y artes, es una rebelión contra el establishment y el status quo. Nada más peligroso que brincarse la “realidad” citadina que saltar aquí y allá por caminos no oficiales.
El parkour tal como los conocemos hoy en día en las ciudades de Occidente nació en Europa y hoy en día se ha popularizado como una forma de hacer recorridos llenos de riesgo y adrenalina por el mero gusto de sentir el cuerpo moviéndose de la forma más natural por las ciudades. “Parkour” viene de la palabra francesa “parcours” que significa recorrido. Los practicantes se conocen como “traceurs”, trazadores. (Es bonito, ¿no? Los que trazan rutas como si se tratara de escribir poemas o hacer una escritura volátil, efímera, en el aire, el pavimento y el propio cuerpo).
Creado por el acróbata francés David Belle, quien conformó el legendario grupo de artistas conocidos en conjunto como Yamakasi con otros ocho traceurs, hoy el parkour tiene un espacio lo mismo en las calles que en películas y series (muchos trazadores encuentran desarrollo profesional como dobles de películas de acción, los famosos “stuntmen”), y de esta forma europea–nacida en la ciudada de Lisses–se ha popularizado en todo el mundo.
Hay diversas maneras de acercarse al parkour, se puede aprender por cuenta propia viendo tutoriales en YouTube y TikTok (y qué locura son los videos de los trazadores en esas plataformas), pero la mejor forma es acercarse a grupos organizados de practicantes ya establecidos y que te llevarán de una manera segura desde el inicio hasta tu profesionalización. Piénsalo así: si te das un trancazo, al menos habrá alguien que le hable a la ambulancia.
Parkour CDMX es un grupo de traceurs que buscan no sólo practicar este deporte, también lo difunden y lo hacen cercano a quien quiera unirse. Enrique Henestrosa, uno de los miembros fundadores del grupo nos dio esta entrevista y platicamos con él sobre cómo aprender a hacer parkour.
Enrique lleva media vida, desde 2007 (tenía 17 años), siento un traceur. “A mí siempre me llamaron los deportes extremos como el skateboard y el bmx”, explica, “ pero al final para practicarlos necesitas una patineta o una bicicleta… lo que me gustó el parkour es que es un deporte extremo para el que sólo necesitas tu cuerpo y la calle o incluso la naturaleza”.
Además, como Enrique explica, el parkour es un deporte minoritario pero que existe para incluirnos a todos. “Está muy relacionado con la vida de las ciudades y los deportes urbanos y el arte callejero. Mucho con el grafiti y el hip hop. Sigue siendo un deporte minoritario precisamente porque es para las minorías, en Francia es para las minorías étnicas porque nació entre inmigrantes”.
¿Es una forma de clandestinidad, de resistencia? Para Enrique así es: “Es minoritario, digamos que clandestino porque cada grupo de trazadores tiene que hacerse su espacio porque no siempre hay espacios para practicar. Al menos en México hemos tenido que hacernos nosotros mismos nuestros lugares de práctica progresiva y segura. Eso definitivamente vuelve al parkour un deporte minoritario”.
En México el parkour tiene una historia de casi veinte años. El primer grupo de parkour que se formó en México, específicamente en la Ciudad de México, fueron los Urban Runners, que se juntaron en 2005. “Quizá llegó antes en los estado del norte, en la frontera con Estados Unidos, pero no hay registros. De los que se conoce oficialmente son los Urban Runners, que se fundaron hace ya casi veinte años”.
Enrique los conoció prácticamente desde esa semiprehistoria: “Soy parte del final de la primera generación que hizo suya esta disciplina; yo ya aprendí de gente que tenía mayor experiencia, ya hemos desarrollado en esos veinte años una escuela, una tradición”.
De esa tradición, joven aún, nace el amor de Enrique por el parkour y ser parte de su propio grupo, Parkour CDMX, pero alguien tuvo que pasarle la antorcha. Su maestro es una leyenda del parkour mexicano: Daer Sánchez, quien, se puede ver en sus videos en Instagram, conoce una forma de moverse, de fluir, como quien sale a dar un paseo por la ciudad. Traceurs como Enrique y Daer han “trazado” el camino para nuevas generaciones de locos por el parkour.
El parkour ya no sólo es un arte, existe todo un entorno competitivo bien establecido, con reglas y entornos específicos. Hay tres modalidades para practicarlo como deporte: estilo libre, velocidad y una llamada habilidades o “skills”. El estilo libre implica hacer un recorrido de un minuto por una sala o espacio con obstáculos, se califica su dificultad, precisión y técnica ante un panel de jueces. Velocidad es un recorrido contra reloj y las skills se acercan más a la forma artística que implica dominar diversos movimientos pero también proponer formas propias, creativas.
Hay formas de acercarse al parkour en México. La más adecuada es unirse a un grupo como Parkour CDMX. Su Instagram, donde podrás acceder a toda su información. Su sede es en Churubusco, Coyoacán, al sur de la ciudad, pero se reúnen los fines de semana a practicar en diversas locaciones. El parkour es difícil, peligroso e impresionante pero también muy bello. ¿Y qué sería de la belleza sin el riesgo?