Algo divertido de nuestra campaña de Empresa Musicalmente Responsable (EMR) es que invita a la curiosidad. En Innvictus somos totalmente pro diversión y la neta sí somos cagados y organizar las tocadas de músicos emergentes de EMR es, al menos, emocionante. Nuestras tiendas se vuelven pequeños escenarios onda performance, son eventos importantes, pero perfectos para los curiosos: nos gusta sorprenderlos, muchachos.
Los que llegan al showcase del rapero regio Mike Lamadrid (salido de la escena musical regiomontana, pero hijo del sonido urbano de Detroit, más datos más adelante) son entre fans que lo siguen en todas sus plataformas, un público comprometido que viene a rapear duro y que de aquí se va la velada hiphopera a la que Mike se va en cuanto acabe acá, y gente que se asoma a la tienda porque siempre hay que echarle ojo ahí donde hay bola.
Estamos en Innvictus Reforma, en la Ciudad de México, en un centro comercial en el que ya es Navidad. Es un marco extraño para oír rap pero who cares. Cuando su corresponsal de Innvictus (o sea, yo) llega, se topa con un público mezclado. Por un lado, típicos fans de la música urbana con gorras de béisbol y hoodies hasta banda muy primaveral (¡pero hace frío!) con boardshorts y playeras onda Billabong. Mike atrae a esa gente entre los que son savvy y exploradores del nuevo pop (oigan, el rap también es pop, no se ataquen) hasta gente que es recién llegada. Todos son bienvenidos, vengan a darnos un abrazo.
Mike llega y la verdad es que prende la tarima (“tarima”: en realidad es un tapete pero háganme caso). Uno puede sentarse y no esperar nada y Mike rompe las expectativas. “Quisiera darles un abrazo a cada uno de ustedes” dice el rapero para iniciar su showcase y casi lo cumple. A los de la primera fila nos da un cariñito con handshake y abrazo corazón con corazón. Ya me cayó bien, un rapero buen pedo. Pareciera que todos los raperos están enojados, pero Mike es la alegría en patines.
¿Cómo es el estilo de Mike? Rápido. No deja pausas y yo me pregunto en qué momento respira. Es puro fuego. Mike Lamadrid también es un gran MC: involucra al público. Manos al aire cuando canta “Rolex”, una canción divertida sobre las oportunidades que da la vida. Si la vida te da dólares color limón, hazte una limonada (en esta mala metáfora, la limonada es comprarse un Rolex, jaja).
La vida cotidiana aparece en la lírica de Mike. Platicamos después del showcase. Resulta que Mike se hizo en los parques de Monterrey, rapeando en la escena freestyle de la ciudad. Aprendió a rapear rápido, de ahí su forma de improvisar y alentar cabrón a la banda. En este showcase de EMR en Innvictus quiero escuchar todo lo de Mike. En “Infinito 2014” Mike rapea al amor que nace en la adolescencia (“Diez años después ya no tengo el mismo carro, pero sí los mismos nervios cuando agarro su pierna”) y esos momentos que quieres que sean eternos. Ser niño y jugar al amor: ojalá eso nunca se acabara. Como el buen cemento, esos amores fraguan rápido y dejan una huella duradera en el pecho.
Sí, Mike se hizo como freestyler en Monterrey, pero es un regio diferente: creció en Detroit. Si hay una ciudad que es callejera es Detroit, me dice Mike que él creció con el rap de allá, que nada hay como llevar el flow de esa ciudad en la sangre. “Yo creo que yo tenía cinco o seis años cuando quise rapear”. Su rap es de exploración, buscaba su música y llegó al hiphop. “Me gusta es que es música de narrar, de contar las experiencias de alguien”.
Mike es un contador de historias nato y en sus líricas se nota. Crecer contando (y contándose) cuentos es parte de una búsqueda muy íntima de la labor de un artista: es un asunto muy intuitivo, se puede aprender pero la gana viene de un origen muy visceral. Creo que a ese impulso a Mike sólo le faltaba el sonido y ese lo agarró en su infancia en Detroit.
Detroit como escena musical es fascinante: una ciudad que sufrió un “pánico blanco” (los gringos blancos se fueron de la ciudad cuando hubo una migración importante de gente de color y una caída de las fuentes de trabajo cuando tronó parte de la industria automotriz) y que de esa serie abandonos—esa furia— creó un sonido militante, de resistencia. “Mucha música viene de gente oprimida culturalmente, socialmente y estos géneros nacidos en Detroit (el techno y mucho del hiphop contemporáneo) nacieron como protesta”, me dice Mike y tiene razón, el hiphop es música de combate.
Mike: “Detroit es mucho hiphop, ahí nace mucho rap de gente que resiste. Es una ciudad que rapea porque mucha música callejera viene de gente reprimida y como oposición y hiphop tiene esos elementos y Eminem…”. Lo interrumpo: “Eminem es mucha inspiración de los raperos de tu generación”. Mike me explica que Eminem ha sido una verdadera inspiración a lo largo de su joven trayectoria: “8 Mile (la cinta autobiográfica de Eminem) es la biblia, yo creo que hay pocos raperos tan influyentes en mi generación”. Mike ha crecido en la era rap en la que la música urbana ha explotado en todo el mundo, nadie ha encarnado el éxito titánico del rap como parte de la experiencia pop como Eminem.
Mike Lamadrid tiene su propio estilo, más allá de la influencia de Eminem y otros raperos contemporáneos. El rap de Mike es perfecto para el chill y echar el corazón por delante. Su sonido se siente natural y hasta tierno, con giros muy de spoken word (ha incursionado poco en esa forma más poética, pero le interesa, sí). Y no lo digo de manera condescendiente, sinceramente me conmovió. A Mike hay que seguirlo. Su música está en Spotify y su Instagram es @mikelmadrid y ahí promueve sus presentaciones. Hay que checar todo lo que hace Young Kidz, su crew y sello discográfico que trae su música y la promotora de mucho rap emergente en Monterrey.