Si estás depre porque ya se acabaron las vacaciones y el descanso veraniego fue muy breve, te tengo noticias: el otoño es muchas veces más divertido que el verano en materia cultural. Es una época muy entretenida para quien sea fan del arte y la cultura pop.
¿Por qué? Pues mira, en el mundo de la cultura empiezan a pasar muchas cosas: Hollywood estrena sus mejores películas, las casas de haute couture lanzan sus líneas más atrevidas, la fundamental colección del fall/winter que se queda vigente durante casi seis meses. La música comienza a dejar el ritmo más bien pegajoso y bailable de la época de calor y se vuelve más experimental e introspectiva, época perfecta para lo nuevo del hip hop y el rock. Al teatro llegan estrenos esperados que buscan seducir al público quedarse hasta las vacaciones de fin de año. Y lo que nos toca de este post: los museos de la Ciudad de México estrenan sus principales exposiciones del año. Vámonos de museos, aquí tres opciones que no debes perderte esta temporada de otoño.
Representaciones femeninas en transformación, Museo Nacional de San Carlos. (Avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera).
Que no te engañe el título aburrido, esta visita a San Carlos será toda una gozada para hypebeasts, fashionistas y aficionados a todo lo pop. En esta exposición se recorre la historia de la imagen femenina en la cultura toda—desde la moda hasta el cine y la televisión, sin olvidar las revistas femeninas, invento de la modernidad— y cómo ha ido pasando por fases desde el siglo XIX al XX, a partir de la propia colección del museo, es decir, los creadores de la expo se echaron un clavado a las bodegas de San Carlos y a partir de esas obras encontraron su tema. A ese proceso de seleccionar piezas y crear conceptualmente una exposición se le llama curaduría. En el Museo Nacional de San Carlos por lo general se hace buena curaduría porque su colección de arte europeo antiguo es riquísima y la dirección del museo es lo bastante alivianada y permite la convivencia de sus piezas con elementos muy contemporáneos.
Representaciones femeninas en transformación es visita necesaria para quien quiera conocer la moda de los últimos doscientos años y esté buscando inspiración sobre cómo destrozar rivales en la pasarela de la calle.
Todo había estado muy normal, Museo de Arte Moderno. (Paseo de la Reforma y calle Gandhi sin número, Bosque de Chapultepec).
A veces así se siente la vida, todo muy equis y normal, aburrido y predecible, destinado a ser siempre lo mismo. Justo entonces es cuando se necesita la tormenta.
Esa tormenta en el arte mexicano llegó en la década de los ochenta. Una nueva generación de artistas se rebeló contra la tradición mexicanísima de sus predecesores de pintar nopales, vasijas de barro, agaves, paisajes a lo desértico, y niños y mujeres con trajes típicos. Fue una ruptura total: a los creadores que llegaron a la vida adulta en los ochenta les tenía harto ese estilo bucólico nacionalista.
Esos artistas, como Gabriel Orozco (quien encabezó, por cierto, la renovación del Bosque de Chapultepec), Miguel Calderón, Adriana Calatayud o Maribel Portela, reinventaron la visión sobre nuestro país; su mirada fue más fresca, cosmopolita, de quien busca su lugar más allá de las fronteras mentales e imaginarias que dicen que uno es de un país y que tiene que forzosamente rendirle culto a su imaginario más nativo y tradicional. Señoras y señores, declaramos la guerra a las taras nacionales.
Finalmente, los artistas ochenteros son una generación al que le tocó como adolescentes y adultos jóvenes la revolución de MTV; la camada que luchó porque los grandes espectáculos masivos para gente joven regresaran a México. Es la gente del Rock en tu idioma, la estrategia de mercado que promovió el rock en español después de una era muy mamila que decía que el verdadero rock tenía que ser a fuerza en inglés. Estos artistas de hace cuarenta años supieron cómo romper con el pasado para no ser arrastrados en la inercia del arte nacionalista patrocinado por el Estado. Ellos se inventaron su propio México.
Los artistas millennials les deben mucho: obtuvieron su libertad de explorar temas más allá de lo patriotero gracias a la tormenta ochentera. Verdadero OG, te digo.
El sueño de Anomia, Galería José María Velasco. (Peralvillo 55, colonia Peralvillo, Tepito).
El arte de Ana Barreto llega a la Velasco y cae como anillo aventado al vacío que cae míticamente a un dedo proverbial. Esta imagen es muy barroca y mamona, justo como no es la obra de Ana. Pero, venga, a lo que voy es que en la Galería Velasco el arte contemporáneo callejero (y no: el arte contracultural y disidente no siempre es grafiti y demás expresiones muy urbanas) está completamente en casa, queda como anillo al dedo.
Ana Barreto es una caricaturista acapulqueña que es una verdadera pionera del cómic feminista. En la exposición se puede conocer toda su trayectoria; la selección de 300 piezas del recorrido dan cuenta de toda su carrera. ¿Cómo son las tiras cómicas de Barreto? Sencillas y aventadas. Abarcan temas desde la autoestima hasta el sexo como derecho.