No cabe duda que hablando de ligas y deportes internacionales, la NBA es la más stylish. Los basquetbolistas de la liga son científicos de la moda, siempre proponiendo nuevos outfits, llevan la moda hasta fuera de la cancha. Las marcas de sneakers los siguen hambrientas, buscando a la nueva estrella a la que patrocinar. El fútbol europeo también es parte de las tendencias cada año. La UEFA Champions League es una pasarela donde se combinan influencias de diversas culturas.
Con la NBA, otra liga que impone propuestas es la NFL, aún cuando los jugadores de fútbol americano tienen menos onda que los basquetbolistas. Pero mientras la NBA es vista como una salida rápida del hood, la NFL es un camino más complicado. Desde la llegada necesaria al fútbol universitario, el show del draft y el drama de los cortes antes de empezar la temporada, la NFL está muy filtrada y más controlada que la NBA. Y ni hablar de las multas y castigos por la actividad extracancha. No sorprende que los jugadores de americano sean menos pintorescos.
De todos modos, no se puede ignorar el hecho de que la NFL es hoy en día el deporte más popular de Estados Unidos (el segundo deporte más popular: el americano colegial), y que es un crisol de varios contextos de la vida estadounidense.
Y sí, muchos de los jugadores de la NFL marcan tendencia. Algunos inspiran tracks de rap, como George Kittle, el ala cerrada estelar de los San Francisco 49ers. Otros se vuelven ídolos pop, como el quarterback cara-de-baladista Joe Burrow que siempre usa accesorios de diseñador en cualquier aparición pública. Esta temporada Burrow quiere imponer estilo capilar, con su nuevo estilo de pelo decolorado muy a la Slim Shady.
El receptor Stephon Diggs no es un desconocido en los eventos de moda. Es un asiduo frontrower de pasarelas. No teme en tomar decisiones atrevidas en los que moda concierne: lo mismo usa trajes de diseñador que sacos inspirados en culturas africana y sneakers más llamativos.
El hoy famosísimo Travis Kelce, aka el Novio de Taylor Swift, es un fashionista inesperado, con esa apariencia de leñador recién salido del bosque. Con trajes siempre bien cortados, Kelce prefiere el slim fit y junto a Taylor siempre opta por un estilo sobrio que no eclipse a su adorada novia.
La música no deja de ser parte de la NFL. Desde la tendencia que imponen la música de los estadios para enloquecer al público, los temas que jugadores y equipos escogen para saltar a la cancha y las canciones, casi siempre de hip hop, que inspiran la estrellas de la liga, la NFL no es ajena a la tendencias.
También hay casos en los que los propios jugadores tienen inquietudes artísticas. Como reporta la agencia de noticias internacional Associated Press, la NFL creó, junto con behemonts de la industria musical como Geffen y la marca líder de videojuegos deportivos EA Sports, el programa Crowd Control, para promover el hip hop creado por los propios jugadores.
Por primera vez en la historia del Madden, el videojuego de la canasta básica de los fans del americano, en 2024 se incluyeron canciones creadas por raperos-jugadores como Ray-Ray McCloud o Terron Armstead, por mencionar solo a un par de megaestrellas del deporte que también le hacen al rap y la cultura hip hop.
El caso de Armstead es interesante. En su adolescencia soñó con ser un rapero profesional. Tenía esas dos pasiones: el deporte y la música. Cuando lo reclutaron los Miami Dolphins, Armestead tuvo que dejar ir sus sueños hiphoperos. Pero gracias a Crowd Control esos sueños no tuvieron que ser dejados atrás.
Hablando de tendencias, series como Friday Night Lights (la ficción inspirada en deportes más celebrada de la historia de la televisión), All American y Ballers han retratado la vulnerabilidad y los diversos avatares por los que tienen que pasar los jugadores profesionales desde su época de high school.
Pero ficciones aparte, dos series documentales han dado un vistazo a la carrera y la vida personal de diversos jugadores. En la temporada pasada, Quarterback (disponible en Netflix) nos permitió conocer los sacrificios y la disciplina física y emocional que tienen que conservar los mariscales de campo de los equipos profesionales. La serie sigue al bicampeón de la NFL Patrick Mahomes, pero también a los quarterbacks menos conocidos—y celebrados—Kirk Cousins y Marcus Mariotta, para que nos demos una idea de los difícil que es mantener en el top of the game en una liga tan exigente como la NFL. Verdaderos dramas existenciales, la serie demuestra que para vivir el cielo del glamour del deporte profesional primero hay que pasar por el purgatorio del sudor, el dolor y la renuncia.
Con el éxito de Quarterback, Netflix lanza este temporada la miniserie Reciever, que sigue al tight end George Kittle (conocido por su carisma y su cercanía con el público, lo que ha hecho que se le conozca como “el ala cerrada de la gente”), y los receptores Deebo Samuel, Davante Adams, Amon-Ra Saint Brown y Justin Jefferson.
Receiver demuestra que los jugadores de americano no son simplemente fuerza bruta. Algunos hasta tienen traza de intelectuales y filósofos, como Saint Brown que habla, lee y escribe alemán con fluidez. Kittle es divertido como un rockstar y Adams es más bien un showman. Jefferson es más desenfadado, un jugador-estrella muy al natural.
La serie no es perfecta. En cada capítulo se repite la misma narrativa: los jugadores son estrellas muy aspiracionales, limpios, la historia repetida de rags to riches (“de la pobreza a la riqueza”, la típica fábula de Cenicienta pero bañada en testosterona). Hay controversias porque qué sería de un drama sin un poco de tragedia. No spoilers, pero ojo con las historias de Jefferson y St. Brown.
En un aparte personal, debo confesar que tengo debilidad por las historias de George Kittle y Deebo Samuel. Es que soy fan de los San Francisco 49ers y la temporada 2023 fue especialmente memorable, con la llegada al Super Bowl y la posibilidad más clara de ganarlo desde 1994. No ganamos, pero Kittle y Deebo dieron todo de sí, ambos estrellas refulgentes en un roster plagado de ellas.
Receiver es un buen glimpse a la influencia de los jugadores de la NFL sobre la cultura pop de Estados Unidos—y ahora también del mundo pues la liga busca internacionalizarse celebrando partidos en Inglaterra o Brazil, por hablar de dos nuevos mercados. A México nos tienen medio abandonados y eso que somos su público más fiel fuera de EU.
Como sea, en 2024 nos depara una temporada con nuevas emociones y estrellas emergentes. Cada año la NFL es la fiesta que tiene a cientos de millones de aficionados pegados a la pantalla para ver partidos que duran al menos tres horas. Ningún otro espectáculo deportivo implica mayor compromiso. Lo que pasa fuera de la cancha también es culturalmente relevante. El juego entra y sale de las diagonales. Entre el hip hop, las beneficencias (muchos jugadores tiene fundaciones) y la moda, la NFL nos mantiene en ascuas cada año, esperando el siguiente fin de semana… y también el lunes, el jueves y a veces hasta otros días de la semana. Larga vida al futbol americano.